Penny Carr

Historia: "Mi gastroenterólogo me diagnosticó erróneamente durante muchos meses, diciéndome que sólo estaba estresada, emocional y obesa. Ordenó varias pruebas para confirmar su diagnóstico erróneo de síndrome del intestino irritable (SII).

"Todo esto se debió al hecho de que no pude completar la preparación para una colonoscopia. En lugar de examinarme, básicamente me acusó de ser un bebé con la preparación. Finalmente, la única prueba que quedaba por hacer era una colonoscopia, ya que se negó a realizar un examen, a pesar de que mis síntomas indicaban que era necesario. Luché durante la agonizante preparación y me sometí a la colonoscopia.

"Cuando salí de la anestesia, llamaron a mi marido y el médico me informó de que no había podido hacerme la colonoscopia porque no podía introducir el endoscopio más de cinco centímetros porque yo estaba completamente bloqueada por un tumor. Me dijo: "Tiene una obstrucción. Es cáncer'. Y se quedó mirándome.

"Al final le dije: '¿Así que me estoy muriendo? Y él respondió: 'Los tratamientos son mucho mejores hoy en día. ¿Por qué no me dijiste lo de la hemorragia? Apuesto a que la preparación causó algunas molestias'. (No tuve ninguna hemorragia, pero la preparación fue insoportable) y nos mandó de vuelta. Varios días después, un oncólogo me diagnosticó un cáncer de recto en estadio III".

Consejos: "No te demores. Si tu médico no parece dispuesto a examinarte o escucharte, busca otro. No ignore ni siquiera los síntomas más leves. Si fuiste adoptado y no conoces tu historial médico, da por sentado que hay cáncer en él y hazte las pruebas de detección tan pronto como puedas.

"Eres más fuerte de lo que crees. Además, durante el tratamiento, no hagas caso a los muggles del cáncer que te dicen que el azúcar provoca cáncer, y si se te antoja una galleta, cómete una galleta."